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Por todo el mundo con 80 GHz: We love Radar... en Polonia

Al recorrer la zona norte de Polonia, lo primero en que te fijas es el fuerte contraste entre los suburbios de la periferia, grises y llenos de hormigón, y los preciosos cascos antiguos magníficamente restaurados con sus históricos edificios. Nuestra primera parada en Polonia, hacia el atardecer, fue realmente impresionante. Nos llevó a un gigantesco e increíble monumento cultural. Inmerso en una magnífica y cálida luz, se erigía ante nosotros el imponente castillo de Gniew, junto con su complejo hotelero. Por suerte, mis compañeros de Polonia estaban allí para contarme todo lo que hacía falta saber: el castillo de Gniew, conocido en Alemania como Mewe, perteneció antaño a la poderosa Orden Teutónica de Alemania, además del castillo de Marienburg.

 

 

Los valores de medición focalizados se encuentran con una historia viva

En este grande y espacioso castillo tuve la oportunidad de acercar las ventajas de los sensores radar VEGAPULS de alta frecuencia a una audiencia de 45 personas. 
Los líquidos y los sólidos imponen requisitos muy distintos a la medición de nivel, a lo que hay que añadir los desafíos que presentan las señales de interferencia o los elementos internos de los depósitos y silos. De modo que esta presentación práctica se centró en aplicaciones muy exigentes en distintos sectores. Desde aceites y azúcar hasta una tentadora y espumosa cerveza de barril, que los asistentes al seminario pudieron degustar al final, fueron suficientes para los instrumentos de demostración.

Un modelo de éxito alemán y polaco

Aquí fue donde vi por primera vez que la maqueta de paquetes de azúcar refinado a través de la que el haz de radar del VEGAPULS 69 realizaba la medición, resultaba tan divertida para los asistentes como la cerveza del final. Me quedó claro que el azúcar es un verdadero modelo de éxito alemán-polaco. A principios del siglo XIX, abrió en Polonia la primera refinería industrial de azúcar del mundo, poco después de que un químico alemán descubriera que se podía producir azúcar a partir de la remolacha, poniendo fin de este modo a una escasez de azúcar en Europa de la única variedad que se conocía en aquel entonces, el azúcar de caña. Cerca del lugar donde tuvo lugar el seminario, se produce azúcar desde hace generaciones, por lo que no es de extrañar que todos los asistentes estuvieran personalmente relacionados con el producto.

Hablamos polaco

Por unas autovías de una construcción excelente, los días siguientes de mi estancia en Polonia me llevaron hasta el último lugar de esta serie de cursos de VEGA «We love Radar - Por todo el mundo con 80 GHz». En Varsovia se mostró por última vez ante 25 clientes de VEGA cómo se pueden medir productos difíciles de forma óptima y, para concluir, hablamos sobre otras aplicaciones individuales con los simpáticos asistentes. Puede que el idioma me planteara más dificultades para algunas de las preguntas técnicas, pero el idioma universal del espíritu abierto y la hospitalidad que predominaba entre los anfitriones lo compensó con creces. We love Radar… y Polonia.

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