Para la producción de fertilizantes, la sal en bruto se extrae bajo tierra, se tritura y se disuelve. A continuación, los componentes que no pueden aprovecharse se separan por flotación. En este proceso, se bombean grandes cantidades de álcalis de un lado a otro para lograr una mayor concentración de salmuera. Dos depósitos de tipo Intze, con 15 metros de altura y una forma muy llamativa, sirven como depósitos intermedios para los álcalis.
Los dos depósitos de almacenamiento requieren una medición de nivel continua para que el nivel se pueda monitorizar de forma permanente. Por un lado, desde un punto de vista medioambiental y de seguridad operativa y, por el otro, para poder calcular con precisión la capacidad de los depósitos intermedios. Dado que los álcalis son un producto corrosivo, siempre se ha optado por una medición de nivel sin contacto. Sin embargo, debido a la forma cónica de los depósitos, el punto de medición más profundo se desplaza hacia dentro, lejos del borde superior. Al principio, esto se resolvió con una construcción un tanto peculiar con un brazo muy grande para que pudiera medirse con exactitud en el centro del depósito. Además, a veces se producían unas fuertes adherencias en la pared del depósito.
Al principio probaron un método de medición basado en los ultrasonidos. Sin embargo, la gran distancia de medición daba lugar a mediciones incorrectas y la condensación producida por la lluvia o la nieve aún dificultaban más la medición. Posteriormente, se utilizó un instrumento de medición de nivel radar durante muchos años. Este instrumento basado en 26 GHz con una antena de trompeta proporcionaba unos valores de medición correctos, pero las fuertes ráfagas de viento o de nieve suponían una gran carga para el brazo.
Su elevada dinámica permitió usar un brazo mucho más corto, ya que el sensor se usó con una ligera inclinación con respecto a la superficie del líquido. Este tipo de instalación no es la habitual con superficies de líquidos planas, ya que una gran parte de la energía transmitida se refleja hacia un lado como un espejo y, por lo tanto, no regresa al receptor. Sin embargo, debido al ligero movimiento ondulatorio, una pequeña parte de la energía también se refleja en la dirección del sensor, lo que es suficiente para una medición fiable gracias al gran rango dinámico. Gracias a la reducción de la longitud del brazo, también pudo reducirse notablemente la carga de viento.
Además, las adherencias en el depósito apenas influyen en el VEGAPULS 64. En este caso, la medición también se beneficia del pequeño tamaño del ángulo de apertura de 4° del VEGAPULS 64, en comparación con el sensor radar con una frecuencia de emisión de 26 GHz, en el que el ángulo de apertura es de alrededor de 10° con un tamaño de antena de DN 80. De este modo, el sensor se puede utilizar de forma fiable incluso en depósitos con elementos internos o adherencias en la pared del depósito, ya que el haz de medición los atraviesa sin problemas.
K+S en la sede de Zielitz fue uno de los primeros usuarios del VEGAPULS 64, recién lanzado al mercado. Dado que la confianza en la tecnología de VEGA se remontaba a los más de 25 años que VEGA y K+S llevan trabajando juntos, decidieron prescindir de una medición de prueba. Desde la instalación del sensor radar, no ha habido más problemas provocados por la condensación o las ráfagas de viento o de nieve.